
El drama de la muerte de Yennely Duarte Hilario a manos de su pareja o expareja Ammy Hiraldo es la punta del iceberg de una realidad invisibilizada: la violencia intragénero. Violencia que, al igual que la heterosexual, busca controlar y dominar a la víctima hasta alcanzar su absoluta sumisión. Relación de poder que hace sufrir a la parte abusada consecuencias emocionales, psicológicas y físicas similares a las que padece la mujer a causa de la profusamente estudiada violencia masculina.
Ammy Hiraldo se confesó autora de un crimen para el que todavía no existe nombre. A la espera del juicio, que podría prolongarse, ella y Yennely irán perdiendo interés público. El hecho, como mucho, conservará un barniz episódico: la intención deliberada de matar y la saña de la ejecución convertidas en pasto de conjeturas, cuando no de morbosa complacencia de aquellos para quienes es botón de muestra de la decadencia moral de la sociedad dominicana.