Ahora es el anfiteatro Nuryn Sanlley

Joseph ZorroPor Joseph Caceres

Se ha convertido en algo ya recurrente el que se desarrollen campañas mediáticas en contra de los establecimientos y espacios destinados a la diversión y al entretenimiento de la gente.

Los aburridos de la vida, que ven el entretenimiento como algo innecesario y superfluo, siempre cargan contra una actividad que se ha demostrado es tan importante para el equilibrio emocional del ser humano, tanto así que está consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Recordemos algunos ejemplos referenciales.
Cuando se iba a construir la Guácara Taina, hubo una campaña para que no se hiciera, alegando que el paso de vehículos pesados por la Avenida de la Salud pondría en peligro a quienes estuvieran divirtiéndose debajo, en la cueva.

Lo mismo aconteció cuando se decidió montar luna feria de atracciones mecánicas en el litoral del malecón frente a Metaldom. Entre los argumentos exagerados que se expusieron estuvo aquel de que el ruido del trencito, la estrella giiratoria y los carritos chocones iban «a molestar a los cangrejitos de los arrrecifes», y que eso les podía provocar «estrés». ¡Vaya!. ¡El estrés de un cangrejo era más importante que el estrés de una persona por falta de diversión y entretenimiento!

Ahora es el anfiteatro Nurín Sanlley el que recibe la carga de ataques mediáticos exagerados y tremendistas con el único propósito de inhabilitar el nuevo espacio para el esparcimiento y el entretenimiento de la gente, que dicho sea de paso, se usa de manera ocasional, aunque con mucho éxito.

Mucha es la gente que depende y vive de la actividad artísta y del espectáculo, la cual se encuentra constantemente bajo el asedio de «menopáusicos» y aburridos de la vida que llegan al extremo de responsabilizar la diversión y el entretenimiento hasta del auge del delito y la delincuencia, pretendiendo establecer una asociación malsana entre ambas actividades.

Quienes viven y dependen del entretenimiento deberían enfrentar ciertas hachas, y no asumir una actitudf de indiferencia frente a tantos inmerecidos y prejuiciados ataques.

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